Economía de Chile: Balance del Primer Trimestre de 2025 y Perspectivas
Crecimiento del PIB chileno en el primer trimestre de 2025
La economía chilena inició 2025 con señales de recuperación moderada. Los datos preliminares del Banco Central de Chile indican que el PIB habría crecido en torno a 2% anual en el primer trimestre de 2025 , marcando una mejora respecto a la leve contracción que caracterizó buena parte de 2023. Este cálculo se desprende del Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec), el cual sorprendió al alza en marzo con un crecimiento de 3,8% interanual , consolidando el repunte tras un febrero ligeramente negativo (-0,1%). Gracias a ese fuerte marzo, el promedio del trimestre resultó positivo.
El desempeño sectorial muestra que la expansión de inicio de año fue bastante generalizada, con todos los grandes sectores productivos al alza en términos interanuales . En particular, la producción de bienes creció 4,4% en marzo, con aportes de todas sus actividades . Destacó la industria manufacturera, impulsada por una mayor elaboración de alimentos y un buen desempeño de la producción frutícola . La minería también contribuyó positivamente: en marzo la extracción de cobre aumentó, revirtiendo meses previos más flojos . De hecho, en términos desestacionalizados, el Banco Central señaló que el dinamismo minero explicó un alza de 1,3% de la producción de bienes respecto al mes anterior . Esto sugiere que la minería –sector clave para Chile– volvió a ser motor de crecimiento gracias a mejores leyes de mineral y menor incidencia de paralizaciones.
El sector comercio registró un impresionante crecimiento de 8,9% interanual en marzo , retomando ritmo tras un 2024 débil. Todos sus sub-componentes (comercio mayorista, minorista y automotores) mostraron resultados positivos . En especial, el comercio mayorista creció fuertemente impulsado por mayores ventas de alimentos, maquinaria y equipos , lo que indica tanto dinamismo del consumo masivo como inversión en capital por parte de empresas. El comercio minorista también repuntó, posiblemente apoyado por un consumo privado más robusto en bienes durables y no durables a medida que la inflación retrocede y los ingresos reales se recuperan (tema que se detalla más adelante).
Por el lado de los servicios, si bien el Imacec de servicios tuvo un crecimiento más moderado (cifras exactas aún no publicadas), se observan mejoras en servicios empresariales y transporte, acordes con el aumento de la actividad general. El turismo y la hotelería continuaron una recuperación paulatina con la llegada de más visitantes extranjeros tras la normalización de las fronteras.
En contraste, ¿hubo sectores rezagados o restrictivos? Durante el trimestre, ninguno de los grandes sectores mostró caídas interanuales significativas, aunque la construcción permanece como el sector más débil. Indicadores como despachos de cemento o permisos de edificación siguen bajos, reflejando que la inversión inmobiliaria se recupera lentamente tras la fuerte contracción de 2022-23. Aun así, la inversión global dio señales alentadoras: el Banco Central destacó que la formación bruta de capital fijo repuntó a fines de 2024 e inicios de 2025 más de lo previsto , apoyada en parte por proyectos mineros y mayor confianza empresaria.
En suma, Chile arrancó 2025 dejando atrás la recesión leve del año anterior. Un crecimiento trimestral preliminar del ~2% anual marca un retorno al terreno positivo. Los sectores motores han sido la minería (cobre), la industria manufacturera (alimentos) y el comercio, mientras que la construcción y ciertas manufacturas siguen rezagadas pero estabilizándose. Este desempeño coloca a Chile en una senda de expansión moderada, alineada con la revisión al alza que hizo el Banco Central: la proyección oficial de crecimiento 2025 se elevó a 1,75%-2,75% (desde 0,5%-1,5% previamente) gracias al mejor punto de partida del año . Chile estaría así creciendo cerca de su tasa tendencial estimada (2% aprox.) tras la fase de ajuste.
Evolución de la inflación y medidas del Banco Central para contenerla
La inflación en Chile ha transitado desde niveles preocupantemente altos hacia una moderación tangible, aunque todavía sobre la meta. Tras alcanzar un pico en 2022 (cuando la inflación anual superó el 12%), el año 2023 vio una senda descendente y esta tendencia continuó a inicios de 2025. En marzo de 2025, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró una variación mensual de +0,5%, situando la inflación acumulada en el año en 2,0% y la inflación interanual en 4,9% . Este 4,9% anual marca una clara desaceleración respecto a los dos dígitos de un año atrás, acercando la inflación a la parte alta del rango de tolerancia del Banco Central (meta 3% ±1).
Los rubros con mayores alzas en marzo fueron alimentos y bebidas no alcohólicas (+1,2% m/m) y educación (+4,9% m/m, por ajustes de matrículas anuales), mientras que el transporte tuvo disminución de precios . La inflación subyacente (IPC sin volátiles) también ha cedido, aunque a ritmo más lento, evidenciando que aún hay presiones en ciertos servicios.
Con la inflación claramente a la baja pero todavía por encima de la meta, el Banco Central de Chile (BCCh) ha calibrado su política monetaria hacia una postura expansiva pero prudente. Recordemos que el BCCh fue uno de los primeros bancos centrales en actuar contra la inflación, elevando la Tasa de Política Monetaria (TPM) agresivamente desde mediados de 2021 hasta alcanzar 11,25% en 2022. Esa medicina surtió efecto frenando la demanda y conteniendo expectativas. A partir de mediados de 2023, con la inflación en descenso, el BCCh inició un ciclo de bajas de la TPM. Durante el segundo semestre de 2024 recortó la tasa en varios pasos grandes (150-175 puntos básicos cada uno).
Para comienzos de 2025, la TPM se ha reducido drásticamente hasta situarse en 5,0% (nivel vigente desde enero 2025) , lo que implica una postura monetaria mucho menos restrictiva que un año antes. Sin embargo, en su reunión de marzo 2025, el Consejo del Banco Central decidió unánimemente mantener la tasa en 5%, pausando los recortes . La razón esgrimida: aunque la inflación sigue bajando, aún enfrenta riesgos relevantes y las expectativas a dos años plazo se ubican algo por encima de 3% . Además, el panorama externo volátil (guerra comercial global) aconseja cautela. El BCCh enfatizó que este nivel de tasa sigue siendo expansivo en términos reales (considerando inflación futura), por lo que proporciona estímulo a la economía sin dejar de anclar expectativas.
En su Informe de Política Monetaria de marzo (IPoM), el Banco Central proyectó que la inflación anual terminará 2025 en torno a 3,8%, para luego converger a 3% a inicios de 2026 . Esto implicó revisar ligeramente al alza la proyección de inflación para 2025 (antes 3,6%), reflejando factores como el alzamiento de tarifas eléctricas atrasadas y cierta depreciación del peso a fines de 2024 . No obstante, se espera una rápida disminución de la inflación en el segundo semestre de 2025, en parte por efectos base favorables (la comparación será contra el periodo de alto IPC del año previo) . El BCCh confía en que, de no materializarse shocks adicionales, la inflación estará cerca de 3% hacia el primer trimestre de 2026 .
En cuanto a otras medidas para contener precios, además de la tasa de interés, el gobierno ha contribuido manteniendo ciertos subsidios focalizados (por ejemplo, estabilización del precio de los combustibles a través del MEPCO) y ajustes graduales en tarifas reguladas. La coordinación entre política fiscal y monetaria ha sido importante para que la desinflación no se descarrile.
En síntesis, Chile ha logrado frenar la inflación de manera notable. El Banco Central, con su actuar oportuno, tiene ahora más espacio para apoyar la actividad, pero está procediendo con cuidado para asegurar que la inflación efectivamente llegue a la meta. La TPM en 5% representa ya un estímulo neto comparado con la inflación corriente (~5%), pero el mensaje es de paciencia: cualquier rebaja adicional será evaluada en función de la convergencia de la inflación. Esta postura de “esperar y ver” quedó reafirmada en el último IPoM, donde se dijo que el panorama inflacionario aún enfrenta incertidumbres y eso “reafirma la necesidad de cautela” en la política monetaria .
Mercado laboral: empleo, desempleo y efecto en el consumo interno
El mercado laboral chileno se ha mantenido relativamente estable, con indicios de mejora en algunos aspectos, y es un factor clave que incide en el consumo privado. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa de desempleo nacional se situó en 8,4% en el trimestre móvil diciembre 2024 – febrero 2025 . Esta cifra es prácticamente igual a la de un año atrás (apenas 0,1 punto menor) y ligeramente superior al 8,0% del trimestre previo (sep-nov), lo que sugiere que el desempleo se ha estabilizado en torno a 8-9%. En el primer trimestre completo (ene-mar 2025), la desocupación promedió 8,7% . Este nivel de desempleo, si bien más alto que el mínimo histórico (~6-7% en 2019), refleja una holgura moderada en el mercado laboral chileno.
La estabilidad del desempleo se debe a que tanto la fuerza de trabajo como los ocupados han crecido a tasas similares (~0,8-0,9% en 12 meses) . Es decir, más personas han ingresado al mercado laboral y casi todas han logrado encontrar empleo, evitando un aumento significativo de la cesantía. De hecho, el INE reporta que el número de personas desocupadas disminuyó ligeramente (-1,1% anual), impulsado principalmente por la caída en los cesantes (personas que perdieron su empleo) . Esto apunta a que hay menos gente perdiendo empleos y que el mercado absorbe a nuevos solicitantes, un signo positivo.
Sin embargo, la composición sectorial del empleo revela tendencias dispares. Los rubros que más han contribuido a la creación de empleo en los últimos 12 meses son: transporte, actividades financieras y de seguros, y administración pública, todos con incrementos notables de ocupados . Estos sectores, en su mayoría de servicios, han dinamizado la contratación. En contraste, se registraron descensos de empleo en comercio, manufactura, agricultura y pesca . La caída en el empleo comercial y manufacturero podría parecer contradictoria dada la reciente mejora de actividad en esos sectores; una posible explicación es un rezago en la contratación (primero sube la producción y ventas, y solo más adelante las empresas contratan más personal) o aumentos de productividad que permiten mayores ventas sin equivalente aumento de mano de obra. También puede influir una base alta de comparación: en 2022-23 hubo aumentos de empleo en comercio tras la reapertura, lo que se estabiliza ahora. En todo caso, esta recomposición sugiere que el crecimiento reciente ha provenido en parte de sectores de alta productividad, mientras que sectores intensivos en trabajo como agricultura mantienen rezagos.
Un aspecto alentador es la calidad del empleo: la tasa de ocupación informal bajó a 26,1% (1,3 puntos menos en un año) , lo que implica que se están creando más empleos formales con protección social. Además, el BCCh destaca que los salarios reales han venido recuperándose, creciendo por encima del promedio de la última década gracias a la caída de la inflación. Salarios reales al alza, junto con empleo estable, significan mayor poder adquisitivo para los hogares en 2025, lo que apoya el consumo.
¿Y cómo ha incidido esto en el consumo interno? Tras el boom y posterior contracción del consumo en 2021-2022 (marcado por retiros de fondos previsionales y ayudas COVID), el consumo privado se normalizó en 2023. A fines de 2024 e inicios de 2025, se observan señales de repunte del consumo privado. El IPoM de marzo señaló que “los datos de cierre de 2024 e inicios de 2025 evidencian una economía más dinámica de lo previsto. El PIB creció 2,6% el año pasado… con consumo privado y formación de capital en alza” . En concreto, las ventas minoristas mostraron variaciones positivas a inicios de 2025, las importaciones de bienes de consumo (ej. autos) repuntaron ligeramente, y la confianza del consumidor medida por GfK mejoró algunos puntos desde mínimos de 2023.
La mejora del empleo y salarios reales ha sido clave para sostener esta recuperación del consumo. Cada punto menos de inflación es un punto más de capacidad de compra para las familias. Sectores como el comercio minorista de bienes durables (electrodomésticos, electrónicos) han registrado incrementos en volumen de ventas, sugiriendo que los hogares están retomando gastos postergados. Asimismo, con la estabilidad del mercado laboral, los bancos han empezado a relajar marginalmente las condiciones crediticias al consumo, facilitando compras financiadas.
Con todo, el nivel de consumo de los hogares chilenos aún está por debajo de los máximos de la era de los retiros de fondos previsionales. La gente ha vuelto a patrones de gasto más prudentes y de ahorro precavido luego del shock inflacionario. No se proyecta un boom de consumo, sino un crecimiento moderado y sostenible, acorde a la evolución de ingresos.
En resumen, el mercado laboral chileno muestra resiliencia con desempleo estable alrededor de 8-9%, creación de empleos formales en servicios, y mejoras salariales que apuntalan el consumo. Mientras el empleo se mantenga en esta trayectoria y la inflación siga cediendo, el consumo interno debería contribuir positivamente al PIB 2025, aunque sin excesos.
Factores externos: precios de materias primas y condiciones comerciales internacionales
Dado lo abierta que es la economía chilena, los factores externos siempre juegan un rol significativo en su desempeño. En 2025, dos elementos externos destacan: los precios de las materias primas (especialmente el cobre) y el entorno comercial global marcado por tensiones y desaceleración.
Materias primas: Chile, como mayor productor mundial de cobre, se ve directamente afectado por la cotización de este metal. Afortunadamente, las perspectivas para el precio del cobre se mantienen favorables. El Banco Central ajustó al alza su proyección de precio del cobre para 2025 a US$4,25 la libra, ligeramente superior a la estimación previa de US$4,20 . Este nivel es bastante elevado en términos históricos (el cobre promedió ~US$3 entre 2015-2019), y refleja una combinación de demanda resiliente y expectativas de oferta restringida. La reapertura y estímulo de China han incrementado su apetito por cobre para construcción y manufactura. A la vez, las crecientes necesidades de cobre para la transición energética (vehículos eléctricos, energías renovables) sostienen una demanda robusta a mediano plazo. Por el lado de la oferta, proyectos mineros globales enfrentan retrasos y leyes decrecientes, limitando incrementos significativos de producción. Así, Chile está obteniendo ingresos de exportación significativos por su cobre, lo cual mejora sus términos de intercambio. De hecho, en los primeros meses de 2025 se observó un aumento del valor de las exportaciones mineras, contribuyendo a un superávit comercial para Chile . Esto fortalece al peso chileno y engrosa la recaudación fiscal (vía impuestos mineros y utilidades de Codelco). Otros commodities relevantes para Chile, como el molibdeno (subproducto del cobre) y la celulosa, también han visto precios relativamente altos. Sin embargo, no todo son alzas: el precio internacional del litio, otra exportación emergente de Chile, retrocedió desde los picos extraordinarios de 2022, aunque se mantiene en niveles rentables para los productores locales.
Condiciones comerciales internacionales: Chile históricamente se ha beneficiado del libre comercio, con una amplia red de tratados. Empero, el actual entorno mundial de tensiones comerciales genera desafíos. La “guerra arancelaria” entre las mayores economías (EE.UU. y China) puede tener impactos indirectos en Chile. Por un lado, una menor expansión global (FMI pronostica 2,8% en 2025 ) implica menor demanda externa para algunos productos chilenos. Si la economía de China se resintiera más de lo previsto por las tarifas de EE.UU., sus importaciones de cobre u otros bienes podrían disminuir, afectando a Chile. Por otro lado, la red de tratados de Chile le permite cierta flexibilidad: Chile tiene acuerdos comerciales tanto con EE.UU. como con China, por lo que en principio sus envíos a ambos no enfrentan aranceles altos. No obstante, puede haber efectos de segundo orden: por ejemplo, si la producción manufacturera china se desacelera por menos exportaciones a EE.UU., la demanda china de insumos chilenos (como minerales o celulosa) podría mermar.
El Banco Central de Chile ha evaluado que, hasta ahora, los impactos del deterioro externo en la economía chilena serán acotados, aunque reconoce que la incertidumbre global se ha incrementado considerablemente . Chile se ve algo protegido por los altos precios del cobre (que contrarrestan la menor cantidad que pudiera demandarse). Además, algunos exportadores podrían incluso ganar cuota: por ejemplo, productos agrícolas o vinos chilenos podrían llenar espacios en mercados asiáticos si ciertas importaciones de EE.UU. o Europa encarecen. De todas formas, la fuerte integración de Chile a la cadena de valor global significa que un menor crecimiento de sus socios tiende a afectarlo. Ya en 2024 se notó una caída de la inversión extranjera directa a nivel global y Chile no fue excepción, en parte por este entorno más fragmentado.
Otro factor externo es la evolución del tipo de cambio global y flujos financieros. Aquí, Chile ha tenido vientos a favor recientes: frente a la volatilidad en EE.UU., el dólar global se debilitó algo y sumado al alto precio del cobre, el peso chileno se ha apreciado más de 4% en lo que va de 2025 . Esto ayuda a contener la inflación importada (combustibles, bienes importados) pero puede restar competitividad a ciertos exportadores no mineros. Con todo, el BCCh destaca que la apreciación del peso está en línea con fundamentos (cobre al alza, menor incertidumbre local) y es un signo de confianza. Asimismo, el mercado bursátil chileno (IPSA) ha tenido un desempeño sobresaliente, alcanzando niveles históricos con ganancias de ~10% en términos de pesos respecto al cierre de 2024 . Inversionistas extranjeros han retornado en cierta medida a la bolsa local atraídos por valorizaciones bajas y buenas perspectivas corporativas, lo cual refleja que Chile es visto como un destino relativamente estable en un contexto global convulso.
Por último, el contexto externo incluye la relación con los socios comerciales regionales. La economía latinoamericana en general está repuntando lentamente; países vecinos de Chile como Brasil proyectan crecimiento moderado (~2%), y Perú –otro gran competidor minero– enfrenta problemas políticos que han frenado su economía. Esto podría permitir a Chile captar más inversión regional o turismo. Sin embargo, también está el factor Argentina: la crisis económica argentina persiste y ha reducido la demanda de exportaciones chilenas a ese país, aunque el impacto macro es limitado dado el bajo peso de Argentina en el comercio de Chile.
En conclusión, los factores externos son un arma de doble filo para Chile en 2025. Por el lado positivo, el súper ciclo de altos precios del cobre y otras materias primas está proporcionando un impulso significativo, mejorando exportaciones, fortaleciendo la moneda y las finanzas públicas. Por el lado negativo, el débil crecimiento global y el proteccionismo generan un entorno menos dinámico para el comercio y la inversión internacional, lo que podría restar algunos puntos al crecimiento de Chile si se agudizan. Hasta ahora, la resiliencia chilena sumada a su prudencia macroeconómica hacen prever que los choques externos tendrán un efecto amortiguado. No obstante, autoridades y empresas chilenas permanecen alertas a cambios abruptos en el frente externo.
Conclusiones: resumen y perspectivas para Chile
El balance económico de Chile al primer trimestre de 2025 es alentador en comparación con los desafíos recientes: la actividad ha vuelto a crecer, la inflación se encamina a controlarse y el país exhibe fundamentos sólidos ante un entorno global complejo. Chile parece haber dejado atrás la contracción de 2023, entrando en una fase de expansión moderada que podría consolidarse a lo largo del año.
Entre los logros clave se destaca la fuerte reducción de la inflación desde los dos dígitos hacia niveles cercanos a la meta, lo que ha permitido al Banco Central bajar la tasa de interés sustancialmente sin desanclar expectativas . Esto sienta las bases para impulsar la demanda interna de forma más sostenida. Asimismo, el mercado laboral ha resistido bien el ajuste: el desempleo alrededor de 8,5% y el crecimiento del empleo formal son indicadores de que no se erosionó el tejido laboral, lo cual apoya el consumo. Por el lado externo, el auge del cobre y la estabilidad financiera internacional relativa han favorecido la posición externa de Chile (con superávit comercial y peso apreciado).
Mirando hacia adelante, las perspectivas para Chile en el resto de 2025 son positivas pero cautelosas. El Banco Central proyecta un crecimiento anual en el rango 1,75%-2,75% , por encima de lo inicialmente previsto, lo que implica que Chile podría ser de los países latinoamericanos de mejor desempeño este año. Los motores internos —consumo privado e inversión— deberían afianzarse gracias a la mejora de ingresos reales y la confianza en un entorno de menor inflación. De hecho, la demanda interna se pronostica crezca 2,5% en 2025 (frente a 1,9% estimado antes) , reflejando ese mayor optimismo.
No obstante, persisten riesgos que obligan a mantener la prudencia que caracteriza al manejo económico chileno. Externamente, un deterioro más fuerte de la economía global o una caída abrupta del precio del cobre (por ejemplo, si China sufriera una desaceleración mayor) afectarían exportaciones y ingresos fiscales. Internamente, aunque la inflación va cediendo, aún está por encima de la meta; cualquier shock inflacionario adicional (sea por alimentos, energía o tipo de cambio) podría complicar el panorama y forzar al BCCh a pausar la relajación monetaria por más tiempo. Asimismo, el país encara desafíos estructurales: la necesidad de reimpulsar la productividad, diversificar la matriz exportadora más allá del cobre, y lograr mayores inversiones en sectores clave (infraestructura, energía limpia).
En el ámbito político-económico local, las reformas pendientes (tributaria, pensiones) generan debate; su resultado podría influir en la percepción de estabilidad y en las calificaciones crediticias, aunque por ahora Chile mantiene una reputación de solvencia y gobernanza económica. Hasta el momento, las expectativas empresariales y de consumidores han mejorado, lo que sugiere un clima interno propicio para la actividad .
En conclusión, Chile en 2025 muestra un caso de resiliencia y manejo adecuado ante vientos en contra globales. Su economía presenta un crecimiento modesto pero firme, inflación en descenso controlado y un sector externo robustecido por los commodities. Para emprendedores y pymes chilenas, el escenario es de oportunidades moderadas: un mercado interno reactivándose y precios internacionales favorables en ciertos rubros. Sin embargo, la cautela sigue siendo la norma dada la volatilidad que persiste en el mundo. Si Chile consigue mantener la estabilidad macroeconómica y aprovechar la bonanza de sus exportaciones actuales para reinvertir en diversificación y productividad, estará bien posicionado no solo para sortear 2025, sino para retomar una senda de crecimiento más alto en los años siguientes. La clave estará en la prudencia y las reformas de largo plazo, apoyadas en la fortaleza institucional que ha caracterizado a la economía chilena.